Ayer sábado fue una fecha especial para los sinceros creyentes católicos al celebrar una fecha más de peregrinación al santuario de Yauca.
La querida abuelita María Horna, devota católica, nacida en Yauca nos llevó en muchas ocasiones a la misa mientras vivimos en la ciudad de Tacna, posteriormente ya le fue difícil hacer eso con muchachitos adolescente que fácilmente se aburrían de permanecer sentados una hora escuchando cosas que para ellos sonaba a chino o latín o cualquier otra lengua ininteligible.
Ser criado en una familia prácticamente atea tuvo sus ventajas, no se nos crío pensando en el tormento de un infierno ardiente, o la idea de brujas y duendes tratando de causarnos daño, ni fantasmas ni ánimas rondando nuestras camas, ni preocuparnos por los cráneos que teníamos de decoración y en parte por estudio.
Mis padres siempre nos animaron a formar nuestras propias opiniones, pero, siempre respetando las creencias de los demás tal como esperábamos que respetaran las nuestras.
Imagino que sabían que podían exonerarnos del curso de religión, sin embargo nunca lo hicieron, creo que teníamos en una de las bibliotecas hasta tres versiones de la Biblia (Reina-Valera, Popular y creo que Scofield), además del Libro del Mormón, el Bhagavad Gitá (como no recordar a Bhaktivedānta Swami) y otros que no llegué a leer completamente, sin olvidar los de filosofía (en ese entonces ya me causaba gracia los Principios Elementales de la Filosofía), política y por supuesto El Origen de las Especies entre otros similares.
Ustedes se preguntarán ¿Qué tiene que ver esto con la peregrinación? Pues que sencillamente que la peregrinación era vista como una oportunidad de aventura en familia, así fue que algunos años estuvimos caminando por aquellos parajes junto a los creyentes, disfrutando del entorno, de el aire fresco del desierto, de dormir sobre la arenilla, ver el amanecer "en vivo" además de lavarnos con agua guardada en botellas y desayunar junto a otros compañeros de travesía.
Andar entre los locales establecidos mirando y observando hábitos y costumbres, algunos de sacrificio y otros más mundanales para finalmente buscar una movilidad de regreso.
El almuerzo de ese día era uno de los mejores del año, todos juntos a la mesa tras unos minutos de rememorar la aventura pasábamos a tratar otros temas, ver un programa en la "tele", salir a conversar con los "patas" del barrio y tratar de impresionar con la mejor historia.
Llegada la noche ir a descansar para el lunes, la aventura había llegado a su fin, los ateos, los no creyentes habían terminado su peregrinación... mañana sería otro día, a esperar el otro año para salir en una nueva aventura confundiéndonos entre los creyentes y otros aventureros para finalmente estar una vez más de vuelta en casa :)
La querida abuelita María Horna, devota católica, nacida en Yauca nos llevó en muchas ocasiones a la misa mientras vivimos en la ciudad de Tacna, posteriormente ya le fue difícil hacer eso con muchachitos adolescente que fácilmente se aburrían de permanecer sentados una hora escuchando cosas que para ellos sonaba a chino o latín o cualquier otra lengua ininteligible.
Ser criado en una familia prácticamente atea tuvo sus ventajas, no se nos crío pensando en el tormento de un infierno ardiente, o la idea de brujas y duendes tratando de causarnos daño, ni fantasmas ni ánimas rondando nuestras camas, ni preocuparnos por los cráneos que teníamos de decoración y en parte por estudio.Mis padres siempre nos animaron a formar nuestras propias opiniones, pero, siempre respetando las creencias de los demás tal como esperábamos que respetaran las nuestras.
Imagino que sabían que podían exonerarnos del curso de religión, sin embargo nunca lo hicieron, creo que teníamos en una de las bibliotecas hasta tres versiones de la Biblia (Reina-Valera, Popular y creo que Scofield), además del Libro del Mormón, el Bhagavad Gitá (como no recordar a Bhaktivedānta Swami) y otros que no llegué a leer completamente, sin olvidar los de filosofía (en ese entonces ya me causaba gracia los Principios Elementales de la Filosofía), política y por supuesto El Origen de las Especies entre otros similares.
Ustedes se preguntarán ¿Qué tiene que ver esto con la peregrinación? Pues que sencillamente que la peregrinación era vista como una oportunidad de aventura en familia, así fue que algunos años estuvimos caminando por aquellos parajes junto a los creyentes, disfrutando del entorno, de el aire fresco del desierto, de dormir sobre la arenilla, ver el amanecer "en vivo" además de lavarnos con agua guardada en botellas y desayunar junto a otros compañeros de travesía.
Andar entre los locales establecidos mirando y observando hábitos y costumbres, algunos de sacrificio y otros más mundanales para finalmente buscar una movilidad de regreso.El almuerzo de ese día era uno de los mejores del año, todos juntos a la mesa tras unos minutos de rememorar la aventura pasábamos a tratar otros temas, ver un programa en la "tele", salir a conversar con los "patas" del barrio y tratar de impresionar con la mejor historia.
Llegada la noche ir a descansar para el lunes, la aventura había llegado a su fin, los ateos, los no creyentes habían terminado su peregrinación... mañana sería otro día, a esperar el otro año para salir en una nueva aventura confundiéndonos entre los creyentes y otros aventureros para finalmente estar una vez más de vuelta en casa :)
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