mayo 25, 2011

Las Hojas Azules

Sinfonía Azul (oleo de Rosa María Vila)
Pepito se hallaba muy emocionado ¡Era su primer día en el colegio!
Mamá le habló tantas veces del colegio, y le dijo tantas cosas sobre el colegio, pero en realidad, a él solo se le grabaron dos cosas, que tendría allí muchos amigos para jugar y que podría dibujar muchas cosas.
Incluso podría dibujar sus paisajes, sí, aquellos lugares que estaban en su mente y que había ensayado tantas veces en los cuadernos viejos de sus hermanos mayores, en el tablero de madera de la mesa que estaba en la cocina, en las paredes de la sala y la cocina, y otros lugares que ya no recordaba.
Cuando entró a l salón de clases, sus emociones estaban al límite, tanto así, que ni siquiera percibía el llanto de algunos de sus compañeros de clase.
La profesora, una señorita muy linda, tanto así que le recordaba un poco a su mamá, les habló un poco y luego empezó a dar algunos juguetes, y jugaron un rato, luego les dio otros juguetes, y jugaron otro rato, y luego ¡Por fin! Empezó a repartir los colores, muchos colores, colores que Pepito nunca había visto, y él sintió que podría dibujar con esos colores cosas que nunca antes había imaginado, y eso es lo que empezó a hacer sobre la mesa...
¿¡QUE HACES!? - Escucho Pepito, le retumbaron los oídos y le arrancaron el lápiz de entre los dedos. Era aquella señorita tan dulce, hablándole en voz muy alta ¿Estaría enojada? Pepito no entendía ¿Sería que algo estaba mal en su dibujo? Miró su mesa, y todo estaba bien, tal como lo veía en su mente.
Luego la profesora le devolvió el color junto con una hermosa hoja, limpia, nívea, albina, que le recordaba los manteles que antes su mamá ponía a la mesa. Nuevamente emprendió su dibujo, ya él tenía una vista de cómo debería terminar aquel papel, empezó por los árboles, estos tendrían hojas azules, así que tomo ese color, dibujo el primer árbol, luego e segundo y luego... ¡zaz! Otra vez el lápiz salió de entre sus deditos, levantó la vista, y halló la mirada profunda de la profesora, ya no se veía tan dulce como al principio.
¿Algo estaría mal en su dibujo? Su mamá también se molestaba en ocasiones, pero nunca por sus dibujos, al contrario, lo abrazaba y le decía que él sería como unos señores cuyos nombres no conocía, pero el tono con que se lo decía la indicaban que sus dibujos estaban bien, así que decidió prestar atención, pues también le dijo mamá que allí aprendería muchas cosas, así que prestó atención.
La profesora devolvió el color a su lugar en la mesa, tomo el color verde y lo acomodó entre los dedos de Pepito y le dijo:
 - !Las hojas son verdes Pepito! no son azules, así...
Y ella le llevó la mano para dibujar hojas verdes. Cuando terminaron, ella se fue a ver a otros niños, pero antes, le dejo el color rosado y le dijo que dibujara flores.
Empezó con su primera flor, empezó con el rosado, y azul y púrpura y rojo y su primera flor estuvo lista ¡Se veía genial! Cualquiera se daría cuenta de que una flor de varios colores es muy hermosa, así que a la siguiente flor le puso más colores, y a la siguiente le puso más formas, y más colores.
Cuando la profesora volvió a él, estaba esperando una sonrisa, como la de mamá, pero ella le dijo "¡No Pepito! Las flores son rosadas, no son de colores". Le quito la hoja y le dio otra, nuevamente colocó el color rosado entre sus dedos y lo guió en el trazo de la primera flor, y luego le indicó "Asi vas a seguir dibujando las otras flores ¿Ya?". El asintió, y siguió dibujando flores rosadas.
La profesora ahora dijo en voz alta "Ahora dibujaremos patitos". Pepito se pregunto "¿De que color haré mis patitos?". Busco en su mente, a la profesora quizá no le gustarían de colores, así que siguió con el rosado que ya tenía entre los dedos, y luego de un rato escuchó:
 - ¡No Pepito! Los patitos son amarillos, no son rosados
Ella retiró la hoja y le entregó otra, le dio el lápiz de color amarillo y dijo "Toma, dibuja patitos amarillos". El no veía la gracia, por todas partes hay patitos amarillos, cualquiera sabe eso ¿Por que no hacerlos diferentes?
Al día siguiente ocurrió lo mismo, recibió un lápiz de determinado color y espero a que la dulce profesora le indicara qué dibujar con ese color, al final, ella se alegraba, le hablaba más bonito y sonreía, y él también se sentía bien por eso, y así fueron pasando los días...
Mamá ya le dijo a Pepito, en varias ocasiones, que iría a otro colegio, y eso llegó una mañana, lo vistieron con una ropa nueva, le entregó mamá una mochilita con algunas cosas dentro y lo llevó a otro colegio, este se veía diferente, lleno de colores, incluso, en una pared tenían dibujado un chanchito negro, pero él había aprendido que los chanchitos se dibujan con color rosado y los patitos con amarillo y las hojas no son azules, son verdes ¡Cualquiera sabía eso!.
Ya en clases, no era muy diferente que sus clases anteriores, se sentía triste, extrañaba a la profesora de antes, sus compañeros de antes.
Pusieron una hoja en blanco delante de él, le pareció que en el colegio de antes las hojas eran más blancas.
La profesora dijo "Vamos a dibujar un jardín". Pepito esperó, y esperó, los otros muchachos tomaron los colores y empezaron a trabajar, pero él esperó.
La nueva profesora se le acercó y preguntó "¿Por que no dibujas tu jardín Pepito?", él miró su papel, miró sus lápices y respondió con la pregunta "¿Y con cuál color lo dibujo señorita?"...
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¿Qué lección crees que podríamos obtener de esta historia?

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